lunes, 25 de noviembre de 2013

3 días en el Congreso sobre el barco fenicio de Mazarrón


Omayra Gorostidi Eibar


No se si os habréis enterado, pero los días 15, 16 y 17 de noviembre de 2013 se llevó a cabo la 1ª reunión de trabajo internacional - congreso sobre el barco fenicio de Mazarrón. Tres días de ponencias, comunicaciones, excursiones y comidas en las que se habló no sólo de los barcos de Mazarrón sino también del mundo indígena y colonización fenicia entre otros. 

Resumir las charlas en este blog una por una sería extenso y poco práctico, por eso he optado por contaros las experiencias vividas y conclusiones. Pero tranquilos, han prometido que estarán detrás de todos los ponentes para que les entreguen los materiales pertinentes y así poder redactar las actas, tanto en formato digital como en papel, en un año o menos.

Bueno, primero os pongo en antecedentes. Las ponencias y comunicaciones versaron desde técnicas de construcción naval o navegación atlántica fenicias, hasta la conservación de marfiles arqueológicos o análisis de isótopos de plomo de lingotes de estaño del Bajo de la Campana, pasando por intervenciones en ciudades fenicias como Malaka y Baria, producción de vino o análisis de documentos, amuletos, cultos y mitos de relación fenicia entre otras. Todas llevadas a cabo por profesionales en la materia. Podéis ver el programa y ampliar la información aquí.



Carlos de Juan Fuertes en su charla.

¡Ahora, la enjundia! Las charlas fueron bastante íntimas. 50 inscripciones pero en la que no llegamos a reunirnos más de 40 personas a la vez entre arqueólogos terrestres y subacuáticos, restauradores, historiadores, autoridades, interesados del pueblo... con una media de edad medio-alta. Se echaron de menos algunos profesionales, compañeros, amigos y sobretodo nueva generación. En ellas tuvimos tiempo de observar, aprender, curiosear, visitar museos, ponernos al día y practicar el deporte que más nos gusta, debatir.

Los tiempos en general fueron descontrolados. Se empezaba tarde, los ponentes se extendían y al final todo eran prisas. Era un placer escucharlos a todos y todos tenían mucho que decir, pero si una persona se alarga significa que otra se tiene que cortar y a mi parecer tienen el mismo derecho a ser escuchados.

Los datos más importantes relacionados con arqueosub, a saber, que se dijeron en el congreso fueron: 

- Se está realizando un documental sobre la vida de D. Julio Mas García que verá el sol próximamente.

- Se está construyendo una replica experimental del Mazarrón II en los astilleros etnográficos de Málaga.

- Atención a esto, Mazarrón II hay que sacarlo sí o sí porque se va a realizar una regeneración de la playa en unos añitos. La extracción del pecio tiene apoyo de autoridades y expertos y la musealización se tiene que llevar a cabo lo más cercano al sitio. 

- Y si a lo anterior teníais que prestar atención... ¡esto va a crear ampollas! Porque hay opiniones razonables y bien argumentadas de que igual los barcos “fenicios” de Mazarrón puedan ser de construcción íbera “a modo fenicio” y no un barco fenicio propiamente dicho. Estamos hablando de ir un paso más allá de la “construcción híbrida” de la que ya hablaba Guerrero Ayuso. 

Por otra parte, destacar como siempre la ponencia de Milagros Buendía Ortuño ¡da gusto oirte!, siempre tan técnica y profesional. O la de los Carlos, Carlos De Juan Fuertes y Carlos Cabrera Tejedor, y la de Juan Pinedo Reyes en la que se presentó y mostró documentación valiosísima sobre los mazarrones y el Bajo de la Campana respectivamente. Todos apreciamos, agradecimos, aprendimos y nos informamos en abundancia. 

La excursión a la Factoría Romana de Salazones, a mano de María Martínez Alcalde, fue escueta ya que casi no había tiempo. A destacar positivo la musealización que se llevó a cabo en tan poco espacio y las posibilidades de ampliación que tiene el museo. Como negativo las restauraciones que se pueden ver en las piezas ya que estas son muy antiguas y no están en consonancia con los métodos actuales. 

En ARQUA nos introdujeron con un estupendo vídeo de las campañas que se realizaron para comprobar el estado de conservación del Mazarrón II, realizar la fotogrametría... el cual yo me habría visto 100 veces más. A continuación se pasó a presentar el museo de manera muy sencilla, tanto que igual se quedó un poco escaso teniendo en cuenta el publico al que iba dirigido.

La visita al Museo Naval de Cartagena fue sin duda lo más divertido del evento. Conocer al voluntario cultural de 91 años y que nos enseñara el museo fue inolvidable. No nos dio tiempo de ver el submarino como muchos de los asistentes querían, pero anda que mereció la pena estar con este personaje que en captar la atención se merece un 10.

En ARQVA

 
Las conclusiones del final fueron uniformes. De la mano de Juan Blánquez Pérez se hizo un resumen y luego se amplió y valoró, positivamente, por parte de los asistentes.

Se dijo:
Lo esencial es ordenar las ideas y definir por escrito un plan estratégico con las líneas prioritarias. Si va a haber que recuperar la bahía no hay otra posibilidad mas que extraer el pecio, por lo tanto no hay discusión posible al respecto y hay que presentar un plan cuanto antes para que una excavación con tiempo, y teniendo en cuenta todos los aspectos, no se convierta en una excavación de urgencia. Por supuesto, este plan tiene que ser sostenible y práctico a la vez que rentable.

Para ello se abarcarán dos líneas:

- La primera es la elaboración del plan estratégico en la que tiene que haber cabida la prospección del entorno, la debida investigación y la recuperación del pecio, además de la restauración antes, durante y después.

- La segunda línea a tratar comprendería la puesta en valor. Para ello habría que preguntarse ¿cómo se quiere realizar? y ¿dónde se quiere realizar?. Para responder a estas dos preguntas habría que hacerse una inicial ¿qué se quiere contar?.

También se contempló la posibilidad de realizar réplicas, no sólo en el museo, sino también en la playa para que la gente que pasea se interrelacione, comprenda mejor la situación, vea las alteraciones con el paso del tiempo... y/o otra réplica en el puerto para ser usada. 

Por último se abordaron las características que tiene que tener el equipo que lleve a cabo la intervención: tiene que ser multidisciplinar y con parámetros de excelencia curricular y científica así como con la suficiente experiencia. Yo respecto a este último punto me quedé con ganas de intervenir, y bueno... se me pasó la oportunidad, pero lo digo ahora a ver si me quito un poco la espinita:

Estoy completamente de acuerdo con que el equipo tiene que tener experiencia y rigor, pero por favor rogaría que no se deje de lado a las personas más noveles. Estos pueden incentivar energía, conocen las técnicas y las nuevas técnicas, están al día en nuevas tecnologías y redes sociales (las cuales considero una oportunidad de difusión), musealizaciones a la orden del día... y la esencial, tienen ganas de aprender y trabajar. Como dice el refrán y me gusta decir muy a menudo: “a capar se aprende capando”. La falta de experiencia no puede ser un hándicap. Nos necesitamos los unos a los otros, para aprender y enseñar. Los trabajos del futuro tendrán que seguirse realizando por gente experta y para ello tenemos que estar presentes en las intervenciones del presente.

Un placer haber estado estos días en este congreso, se cumplieron sus objetivos y los míos, disfrute y aprendí, conocí gente y sobretodo di un paso más para convertirme en la profesional que quiero llegar a ser. Un beso.


Fotografía: Estíbaliz Álvarez Trejo

jueves, 14 de noviembre de 2013

Mi Experiencia en el Bodrum y en el INA Turkey



Omayra Gorostidi Eibar




Mayo de 2012, casi un año después de terminar los estudios de restauración y conservación de bienes culturales. Con tiempo libre extra y unas ganas enormes de trabajar se te ocurren miles de ideas, si tienes valor y voluntad para ponerlas en marcha solo puedes ganar.


Soy sincera: lo que me gusta es viajar, conocer gente y aprender. A tener en cuenta, no tengo mucho dinero. 2+2=4, ¡ya está!  ¡¡Voy a ofrecer mis servicios en centros de arqueología y restauración-conservación subacuática del extranjero!! Lo del extranjero es principalmente porque en España, al ser públicos los museos, necesitas un convenio con el ministerio. Y este papelito se suele demorar temporalmente más de la cuenta.


 
Tenía ahorrado cierto dinero y tenía entendido que en algunos centros te ofrecían el alojamiento gratis. Me puse a investigar. Y la verdad es que la primera en la frente. Conseguí el mail de la directora del Institute of Nautical Archaeology – Turkey, Miss Tuba Ekmekci, y le envié un mail preguntando si era posible ir una temporada con ellos y trabajar en el laboratorio de conservación “Nixon Griffis”. Contestación…. ¡AFIRMATIVO! A partir de ahí, dos mail más para concretar fechas y tutorizaje, así como condiciones (alojamiento por parte de ellos, comida y viaje de mi bolsillo, realización de fichas y trabajos en el laboratorio y en el museo de arqueología subacuática…) y poco más tarde estaba de camino.


Una vez allí, después de un viaje con montones de escalas de avión, barcos, autobuses, nervios, tres idiomas, aduana… todo era perfecto. El emplazamiento del INA se sitúa encima de una montaña cerca de la ciudad, con unas vistas magníficas y unos jardines verdes perfectamente cortados. El edificio central abarca el laboratorio de conservación, despachos, sala de dibujo, biblioteca, zona de húmedos y almacenaje. Las habitaciones se sitúan a 15 metros en otro edificio. A parte, hay que sumar un montón de edificios más por todos los alrededores de la zona en los que hay carpintería, almacenaje de material, almacenaje de los equipos de buceo, piscinas de impregnación y desalación…


Hay bastante gente contratada fija en el Instituto: la directora, los arqueólogos, las restauradoras, la dibujante, la bibliotecaría, los seguratas… A esto hay que sumar la familia de gatos que se reproduce constantemente y la gente de prácticas que va y viene, tanto de arqueología, como de arqueología subacuática, como restauradores. Todos conviviendo juntos en el centro principal. También van y vienen, casi todos los viernes, los magnates, famosos y adinerados que donan dinero y material al museo o que simplemente están interesados en ello. Así que de vez en cuando viene la tele o la prensa para hacer publicidad al respecto y sacar una buena imagen.


El edificio residencia es enorme y hay capacidad para un montón de personas. Varios baños en todas las plantas y una cocina comunitaria para que puedas preparar tu comida. También lavadora. Internet debajo del árbol. Durante el verano suele estar lleno de gente interesantísima y con ganas de currar. Pero a partir de septiembre, cuando todos vuelven a sus respectivos estudios, el edificio se queda solitario. Es confortable hablar con gente de otros países, tanto del trabajo como de placer, y aprender mutuamente el uno de otro.

Era domingo cuando llegué, así que trabajando no había nadie. Tuba vino a recibirme, todo un detalle, y me instaló en la habitación “Cabo Gelidonya” ;-) con otras dos chicas que venían de Texas. Normalmente en estas instalaciones solo vienen estudiantes en prácticas que han estado estudiando en la escuela de Texas. Al día siguiente empecé la jornada y sería así por tres meses más.


El laboratorio de conservación, no os voy a engañar, es bastante viejo y poco práctico. Desde escalones entre caminos, suelos que se levantan, calor, falta de recursos y recursos que no se utilizan, etc. La gente que trabaja en él, gente majísima, pero que a excepción de dos personas las otras no tenían ningún tipo de titulación y habían aprendido el oficio a base de error-acierto y tiempo. Las restauraciones que se llevan a cabo son completas, totales y muy miméticas. La pieza acaba perfecta y la documentación que se saca de ella es completísima. La actuación que recibe un pecio, al parecer, también es más de lo mismo, ¡todo para fuera! Por lo que te encuentras en el laboratorio mesas y mesas de piezas de todos los tamaños esperando a ser unidas entre ellas. Así de piscinas y piscinas con maderas y otros materiales recibiendo diferentes tratamientos.


Yo personalmente empecé haciendo limpiezas mecánicas de cerámicas, pero en cuanto vieron que sabían dónde me movía me dieron curro del bueno. Durante los tres meses que estuve realicé limpiezas en diferentes materiales, catalogaciones, seguimientos de conservación, consolidaciones, adhesiones, reintegraciones estructurales y  cromáticas,  inhibiciones, protecciones, toma de datos, impregnaciones… tanto en el laboratorio del centro como en el laboratorio del museo y en el propio museo del castillo “Museum of Underwater Archaeology”. Fue una pena que me marchara, tanto para ellas como para mí. Hicimos muy buenas migas y el trabajo que realicé fue apreciado. Un beso enorme y un saludo a todas esas mujeres, compañeras y amigas.


La vida en Bodrum, que es donde se sitúa el INA-Turkey, es comparable al “Salou español”. Un montón de turistas, tanto turcos como del norte de Europa que vienen con sus yates y su dinero a gastar y disfrutar de las fiestas y discotecas. La comida es excelente, nunca he probado un mejor arroz-arroz, es decir, sin nada de acompañamiento, solo arroz. Los dulces, la carne… se me hace la boca agua. Y no olvidar las saunas, los bares, ¡la gente! Turcos guapísimos y unos caballeros. ¡Y el mar! Agua cristalina con un montón de vida y abundantes pecios visitables. Qué inmersiones tan maravillosas. Todo en un clima muy mediterráneo.


Los alrededores también son inmejorables, sitios preciosos, patrimonio de la humanidad. Éfesos, Pamukkale, Afrodisias, Hierápolis, Izmir… Vale la pena caminar entre sus ruinas, disfrutar de su ambiente, sentirte pequeña ante tanta grandiosidad, pensar en el pasado y en el futuro, ¡dos mil años! Se dice rápido, pero si calculamos una media de vida de 50 años son 40 generaciones atrás. Qué pasada.


Y bueno… os podría dar información a patadas, anécdotas de todo tipo, experiencias y sentimientos, pero lo único que quiero conseguir con estas palabras es animaros a que abráis puertas y a quitaros los posibles miedos. Qué vosotros seáis ahora los que realicéis el viaje y que nadie os lo tenga que contar. Yo he aprendido un montón, tanto de cómo se deben de hacer las cosas, como de cómo no se deben de hacer las cosas, y no solo en el trabajo, también en la vida. Aprovechar la situación. Adquirir experiencia es esencial. No lo dudéis y dar el paso. Como dice el saber popular “el no ya lo tienes”, así que echarle voluntad y preguntad.


Un besazo para toda la gente que me acompañó en esta magnífica experiencia y toda la gente que la hizo posible. Seguro que coincidiremos de vuelta.





Para cualquier duda, comentario, solicitud de mails, etc. os podéis poner en contacto con migo en el mail: omayra.ge@gmail.com











































lunes, 4 de noviembre de 2013

Patente de Corso: Paco el Piloto


domingo, 8 de mayo de 1994

 




Ni sabe quién fue Joseph Conrad ni maldito lo que le importa. Fue marino mercante, y también cornetín de órdenes en el Almirante Cervera cuando en los barcos los almirantes daban las órdenes con cornetín, lo que equivale a decir cuando Franco era cabo. En los últimos tiempos dejó de fumar y ha engordado, pero todavía conserva buena planta a pesar de que navega hacia los setenta con viento por la aleta, rumbo al dique seco. Tiene la piel curtida como si fuera cuero viejo, el pelo blanco e intacto, rizado, y los ojos azules. Hace diez años, a las extranjeras que subían en su lancha para darse una vuelta por el puerto de Cartagena les temblaban las piernas cuando les hacía un huequecito entre los brazos para que cogieran el timón. Era mucho tío, el Piloto.

Se le ve por las mañanas apoyado en cualquier tasca del puerto, honesto mercenario de la mar, esperando clientes que no llegan, con su vieja y repintada lancha que se llama como él y como se llamó su padre. Además de turistas guiris a las que daba una palmada en el culo para subir a bordo, el Piloto ha llevado familias de soldaditos que iban a la jura de bandera, tripulantes de petroleros fondeados frente a Escombreras, prácticos en días de temporal, marineros yanquis hasta arriba de jumilla, los hijoputas, largando hasta la primera papilla por la borda, a sotavento, después de que les partieran el morro en los bares de lumis del Molinete. Su lancha y él han visto de todo: la mar pegando de verdad, cuando Dios se cabrea, y esos largos y rojos atardeceres mediterráneos en que el agua es un espejo y la paz del mundo es tu paz, y comprendes que eres una gotita minúscula en un mar eterno.

Ahora Paco el Piloto está cerca de jubilarse y anda, como sus compañeros de las barcas y las lanchas, en confusos pleitos con las autoridades que pretenden -las autoridades siempre pretenden hacerte faenas así- cambiarles el atracadero de la dársena de botes donde han estado amarrados toda la vida, como lo hicieron sus padres y sus abuelos, y llevárselos a otro sitio.

Estuve hace unos días tomando cañas con ellos y, como siempre ocurre en estos casos, al final no sabe uno exactamente dónde reside la razón legal, pero termina adoptando por corazón e instinto la causa de tipos como Paco y sus colegas, gente con manos ásperas y ojos quemados por el salitre, llenos de arrugas y cicatrices, sencillos, honrados y duros. Así que la razón, sea cual fuere, me importa un carajo. Escribe algo para defendernos, me dijeron, liándome. Y aquí ando, cumpliendo mi palabra a cambio de unas cañas, aunque sin saber muy bien qué diablos es lo que tengo que defender.

De un modo u otro, a Paco el Piloto le debo esta página. A su lado, hace ya casi treinta años, aprendí cantidad de cosas sobre los hombres, sobre el mar y sobre la vida. Una vez, en mitad de un temporal gris y asesino de esos que de vez en cuando sabe sacarse de la manga el Mare Nostrum -nuestro: de Paco y mío-, estuve con él en la bocana del puerto, en el faro de San Pedro y junto a mujeres vestidas de negro, viendo cómo los pequeños y desvalidos pesqueros intentaban poco a poco, entre olas de diez metros, ganar el abrigo del rompeolas.

Los divisábamos a lo lejos, vacilantes y minúsculos, tan frágiles entre montañas de agua y rociones de espuma, avanzando a duras penas con el estertor de sus motores a poca máquina. Se había perdido uno, y cuando un pesquero se pierde no se va un hombre, sino que desaparecen juntos el hijo, el marido, el hermano y los cuñados. Por eso las mujeres enlutadas y los críos estaban allí mirándolos venir, en silencio, intentando adivinar cuál faltaba. Entonces el Piloto, que estaba a mi lado con la colilla a un lado de la boca, las miró de reojo y, discretamente, casi con embarazo, se quitó la gorra. Por respeto.

Otro de mis recuerdos ligados al Piloto es el Cementerio de los Barcos sin Nombre. Una vez me llevó con su lancha allí donde los viejos vapores rendían su último viaje para, ya sin nombre y sin bandera, ser desguazados y vendidos como chatarra. En aquel desolado paisaje de planchas oxidadas, de chimeneas apagadas para siempre y cascos como ballenas muertas bajo el sol, el Piloto lió el primer cigarrillo de mi vida y lo encendió con su chisquero de latón que olía a mecha quemada. Después lió otro para él, y entornando los ojos miró con tristeza los barcos muertos.

-Es mejor hundirse en alta mar -dijo por fin, moviendo la cabeza-, Ojalá nunca nos desguacen, zagal.

Arturo Pérez-Reverte